Metformina: todo lo que necesitas saber
Si te han recetado metformina o estás pensando en usarla, lo más probable es que sea para controlar la glucosa en sangre. Este medicamento es el más prescrito para la diabetes tipo 2 y, a diferencia de otros fármacos, no estimula la producción de insulina, sino que mejora la forma en que tu cuerpo la usa. En esta guía te explico de forma clara cómo actúa, cuál es la dosis típica y qué efectos secundarios puedes experimentar.
¿Cómo actúa la metformina?
La metformina trabaja en tres frentes principales: disminuye la producción de glucosa en el hígado, aumenta la sensibilidad de las células a la insulina y retrasa la absorción de azúcar en el intestino. Gracias a estos efectos, los niveles de glucosa en sangre se mantienen más estables después de comer. Además, no suele causar aumento de peso, lo que la hace muy atractiva para personas que ya luchan con el sobrepeso.
Dosis, administración y precauciones
La dosis inicial suele ser de 500 mg una o dos veces al día, acompañada de alimentos para reducir la irritación gastrointestinal. Si toleras bien el medicamento, el médico puede ir incrementando la dosis cada una o dos semanas hasta llegar a 1500‑2000 mg diarios, repartidos en varias tomas. Nunca debes romper o masticar la tableta de liberación prolongada, y es crucial seguir las indicaciones del profesional.
Los efectos secundarios más comunes son náuseas, diarrea y malestar estomacal. Para aliviarlos, toma la metformina con la comida principal y empieza con una dosis baja. Si los síntomas persisten, consulta a tu médico; a veces basta con cambiar a la fórmula de liberación prolongada o ajustar la cantidad.
Hay casos en los que la metformina está contraindicada: insuficiencia renal grave, problemas hepáticos importantes o antecedentes de acidosis láctica. Antes de iniciar el tratamiento, tu doctor hará análisis de sangre para asegurarse de que tus riñones funcionan bien. Si alguna vez tienes una infección grave o una cirugía, puede que te pidan suspenderla temporalmente.
Un dato curioso es que la metformina también se estudia por sus posibles beneficios más allá de la diabetes, como la reducción del riesgo cardiovascular y la mejora de la fertilidad en mujeres con síndrome de ovario poliquístico. Sin embargo, estos usos siguen en fase de investigación y no sustituyen una prescripción médica.
Para aprovechar al máximo la metformina, combina el tratamiento con una dieta equilibrada y ejercicio regular. Reducir los carbohidratos simples, aumentar la fibra y caminar al menos 30 minutos al día ayuda a que el fármaco haga su trabajo sin que necesites dosis más altas.
En resumen, la metformina es una herramienta eficaz y segura para controlar la glucosa, siempre que se use con la dosis adecuada, se sigan las indicaciones médicas y se acompañe de hábitos saludables. Si tienes dudas sobre tu tratamiento, habla con tu profesional de salud y no dejes que la información incompleta te haga dudar.