Risperidona: Cómo Disminuir los Efectos Secundarios Extrapiramidales como la Rigidez y la Acatisia

Risperidona: Cómo Disminuir los Efectos Secundarios Extrapiramidales como la Rigidez y la Acatisia
Gaspar Medrano 9 jul 2025 0 Comentarios

El temblor que no te deja dormir, esa rigidez que te hace sentir como si tus músculos fueran de madera, esa sensación de inquietud que te obliga a moverte aunque tu cabeza pida calma. Los efectos secundarios extrapiramidales de la risperidona pueden transformar una esperanza de estabilidad en una experiencia desagradable. No hace falta sufrir en silencio: conocer trucos y estrategias puede marcar la diferencia para recuperar calidad de vida.

¿Por qué la risperidona produce efectos secundarios extrapiramidales?

Vale la pena saber lo que sucede en tu cuerpo. La risperidona, recetada en múltiples trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia y episodios maníacos, actúa bloqueando los receptores de dopamina tipo D2 en el cerebro. Ahí está el truco, porque esa dopamina no solo está implicada en controlar pensamientos y emociones, también regula el movimiento. Cuando se bloquea, aparecen síntomas conocidos como efectos extrapiramidales: rigidez, temblores, movimientos involuntarios y, sobre todo, acatisia, esa incomodidad imposible de ignorar que exige moverse sin parar.

La prevalencia asusta: según un artículo publicado en 2022 en el Journal of Clinical Psychiatry, alrededor del 15% de los pacientes que usan risperidona desarrollan síntomas extrapiramidales. Los más frecuentes son rigidez y acatisia. Algunos factores aumentan el riesgo, como dosis altas, edad avanzada, antecedentes familiares de Parkinson, o sumar otros medicamentos antagonistas de dopamina. Hasta la genética juega su rol.

Una anécdota: una vez llevé a Lorena Bisbal a una consulta porque no podía estar sentada; ella creía que su ansiedad se había disparado de nuevo, pero fue el psiquiatra quien lo explicó claro, "no es tu mente, son tus piernas." Esa frase me marcó. Fue acatisia, y ajustar la medicación trajo el alivio que ningún truco de relajación había conseguido.

El riesgo no se limita solo al inicio; estos síntomas pueden aparecer semanas o meses después de comenzar. Por eso, no hay que bajar la guardia, aunque al principio todo parezca ir bien.

Tipo de Efecto Frecuencia (%) ¿Cuándo suele aparecer?
Acatisia 8-14% Dentro de 2-4 semanas
Rigidez 10-22% Primeras 4 semanas
Temblor 5-10% Primer mes de tratamiento

Si quieres profundizar, hay recursos como este sobre los efectos secundarios de Risperdal que desglosan minuciosamente cada síntoma y sus causas.

Estrategias farmacológicas: cómo reducir la rigidez y la acatisia

Estrategias farmacológicas: cómo reducir la rigidez y la acatisia

Lo primero es hablarlo con el médico. ¿Por qué? Porque no se trata solo de reducir el síntoma; se trata de no perder el efecto terapéutico de la risperidona sobre el trastorno primario. A veces ajustar la dosis es suficiente; por ejemplo, bajar de 4 mg a 2 mg puede reducir la rigidez sin descontrolar los síntomas psicóticos. Pero esto no se hace solo: siempre con supervisión y seguimiento profesional.

En ciertos casos, los médicos optan por fraccionar la dosis diaria. Tomar la risperidona dos veces al día, en lugar de una sola vez, puede suavizar los picos y reducir la intensidad de los efectos secundarios extrapiramidales.

Otra opción es cambiar a un antipsicótico atípico con menor perfil extrapiramidal, como la quetiapina o la clozapina, en situaciones graves o persistentes. Los estudios muestran que la quetiapina, por ejemplo, tiene hasta un 75% menos riesgo de provocar acatisia intensa. Cambiar de medicamento no es señal de debilidad: la respuesta individual importa más que cualquier estándar.

Los anti-parkinsonianos, como el biperideno o el trihexifenidilo, también ayudan en algunos casos. Estos fármacos restauran el equilibrio dopaminérgico en las zonas motoras del cerebro, suavizando la rigidez y los temblores. Pero hay que ir con ojo: pueden causar efectos secundarios como sequedad de boca, visión borrosa, e incluso problemas cognitivos si se usan mucho tiempo.

Y la acatisia, esa desesperación motora, responde en ocasiones a los betabloqueantes tipo propranolol o a las benzodiacepinas como el clonazepam, siempre bajo control médico. Un metaanálisis de 2023 encontró que el propranolol mejoró la acatisia en más del 60% de los casos, aunque ojo con usarlo si tienes asma o presión baja.

En algunas guías internacionales, como la de la American Psychiatric Association, hasta se considera la vitamina B6 como coadyuvante, especialmente cuando la acatisia no responde a los clásicos. Los resultados no son milagrosos, pero si un suplemento ayuda y no hay riesgos, ¿por qué no probar?

Y una curiosidad: el magnesio, aunque no en todas las personas, ha mostrado potencial en estudios pequeños para reducir la severidad de los síntomas motores inducidos por antipsicóticos, incluyendo la risperidona. Es un campo en expansión.

“La personalización del tratamiento y la vigilancia continua son claves para garantizar la seguridad y la eficacia de la terapia antipsicótica.” — Dr. Juan Carlos Leza, catedrático de Psiquiatría, Universidad Complutense de Madrid

  • Bajar la dosis gradualmente, nunca de golpe.
  • Pedir controles regulares a tu especialista.
  • Recuerda que nunca debes suspender la risperidona sin consulta profesional: los síntomas psiquiátricos pueden reaparecer o agravarse.
Estrategias no farmacológicas: tu cuerpo y tu entorno también cuentan

Estrategias no farmacológicas: tu cuerpo y tu entorno también cuentan

No siempre lo primero es la pastilla. Para la rigidez, moverse importa. Ejercicios ligeros de estiramiento y movilidad, como los de fisioterapia para personas con Parkinson, ayudan mucho: estirar el cuello, abrir y cerrar las manos, movilizar los hombros y las piernas varias veces al día. Gente que conozco ha creado rutinas de diez minutos que mejoran sus mañanas y evitan esa sensación de bloque.

El yoga suave –no el de sudar la gota gorda, sino el de respiración y posturas lentas— ayuda porque combina conciencia corporal y elasticidad. Incluso la simple caminata diaria es mejor que quedarse sentado, si te lo permite el ánimo y la energía.

Masajes en las zonas donde más se nota la rigidez pueden relajar y mejorar la circulación. Quien dice masajes, dice bolsas de calor, porque muchas personas notan alivio tras una ducha caliente por la mañana o antes de dormir.

¿Y la acatisia? No existen trucos perfectos, pero hay técnicas que pueden engañar al cuerpo. Escuchar música mientras te mueves suavemente, usar bandas elásticas para hacer ejercicios de resistencia en casa, o incluso sentarse en pelotas de pilates, que obligan a cambiar de postura constantemente. Algunas personas encuentran que romper las horas de sedentarismo con pequeños paseos o movimientos repetitivos (como mover los pies al ritmo de una canción) reduce la incomodidad.

En cuanto a la mente, la acatisia suele acompañarse de ansiedad, lo que complica todo. Aquí entran las técnicas de respiración: inspirar profundamente durante cuatro segundos, aguantar el aire, y exhalar en seis. Parecen trucos tontos, pero a veces con algo así se puede atravesar los peores minutos.

Algunos pacientes utilizan aplicaciones de relajación guiada y mindfulness, ya que el cuerpo físico y el sistema nervioso central están conectados más de lo que creemos. No es magia, pero la tolerancia a la acatisia a veces mejora cuando la mente está menos hiperactiva.

En mi experiencia, los grupos de apoyo, presenciales o en línea, ayudan bastante. Hablar con otros que pasan por lo mismo puede desterrar ese sentimiento de "¿seré el único?". Además, surgen intercambios de trucos prácticos, desde marcas de cojines ergonómicos a videos de fisioterapia gratuitos en YouTube. El conocimiento compartido tiene un valor incalculable.

  • Realizar rutinas cortas de estiramiento, adaptadas por un fisioterapeuta.
  • Buscar actividades que permitan movimiento pero no requieran coordinación fina.
  • Practicar técnicas de respiración consciente y relajación muscular progresiva.
  • Alternar periodos de actividad y descanso a lo largo del día.

En casa, pequeños cambios ayudan: sillas cómodas, ropa que no limite, entornos tranquilos. Y pedir ayuda no es signo de debilidad: repartir tareas, delegar responsabilidades en casa, avisar a la familia o amigos cercanos.

Queda claro: los efectos secundarios extrapiramidales de la risperidona no tienen por qué ser una condena. La clave está en detectar pronto, personalizar la respuesta y emplear tanto estrategias médicas como del día a día. Lo he visto, lo he vivido y sé que se puede mejorar. Nunca hay que resignarse cuando se trata de bienestar.