Acatisia: qué es y cómo aliviarla

Seguro que alguna vez has sentido una necesidad constante de moverte, como si no pudieras quedarte quieto. Ese malestar se llama acatisia y suele aparecer como efecto secundario de algunos fármacos, sobre todo antipsicóticos y antidepresivos. En esta guía te cuento de forma clara qué la produce, cómo reconocerla y qué puedes hacer para sentirte mejor.

Causas más habituales

La acatisia no es una enfermedad por sí sola, es una reacción del cuerpo a ciertos medicamentos. Los antipsicóticos de primera generación, como el haloperidol, son los culpables típicos, pero también hay casos con antidepresivos, ansiolíticos y algunos tratamientos para la náusea. Cuando el cerebro recibe una señal de que necesita más dopamina y el fármaco la bloquea, el cuerpo responde con una sensación de intranquilidad que obliga a caminar, balancear las piernas o mover los brazos sin parar.

Otro factor que puede empeorar la acatisia es la falta de hidratación o el consumo excesivo de cafeína. En personas con trastornos de ansiedad, la medicación puede intensificar ese estado de alerta, haciendo que la inquietud se sienta más fuerte.

Tratamiento y consejos prácticos

Lo primero es hablar con tu médico. No dejes de tomar el medicamento sin avisar, pero sí puedes preguntar por ajustar la dosis o cambiar a una alternativa con menos riesgo de acatisia. Algunos profesionales añaden betabloqueantes como propranolol o anticolinérgicos ligeros para equilibrar los efectos.

Mientras tanto, hay cosas que puedes probar en casa:

Si la acatisia persiste, tu médico puede recetar medicamentos específicos como el biperiden o la cyamemazina, que actúan directamente sobre los receptores de dopamina y alivian la inquietud.

Recuerda que cada cuerpo responde de forma distinta. Lo que funciona para una persona puede no ser suficiente para otra, así que mantén una comunicación abierta con tu profesional de salud y ajusta las estrategias según lo necesites.

Con un diagnóstico correcto y un plan de acción, la acatisia deja de ser una molestia constante y vuelve a ser algo que puedes controlar. No dejes que el movimiento involuntario domine tu día; toma medidas y busca apoyo, que la mejora está al alcance.