Pruebas genéticas Parkinson: todo lo que necesitas saber

Si has escuchado que la genética puede influir en la aparición del Parkinson, probablemente te preguntes si un test genético te ayuda. En esta guía te explicamos de forma clara qué hacen estas pruebas, cuándo vale la pena realizarlas y qué puedes hacer con la información que obtengas.

¿Qué analizan las pruebas genéticas?

Los tests buscan variantes en genes asociados al Parkinson, como LRRK2, SNCA o GBA. No te dirán con certeza que desarrollarás la enfermedad, pero indican si tu riesgo es mayor o menor que el promedio. Algunos laboratorios también revisan marcadores de daño neuronal que pueden aparecer antes de los síntomas.

En la práctica, el resultado suele ser una tabla que muestra si llevas una mutación patogénica, una variante de riesgo moderado o nada relevante. El informe incluye una breve explicación y, a veces, recomendaciones de seguimiento con tu neurólogo.

Cómo decidir si hacerte el test

Primero, evalúa tu historial familiar. Si tienes parientes cercanos (padre, hermano, hijo) con Parkinson, la probabilidad de que una variante genética juegue un papel aumenta. Segundo, consulta a un especialista; un neurólogo o un genetista pueden orientarte sobre los beneficios y limitaciones del test.

Si decides hacerlo, el proceso es sencillo: una muestra de saliva o sangre se envía al laboratorio y recibes el informe en unas semanas. Ten en cuenta que el resultado puede generar dudas o ansiedad, por lo que contar con apoyo profesional es clave.

En resumen, las pruebas genéticas Parkinson son una herramienta de información, no de diagnóstico definitivo. Sirven para planificar un control médico más temprano, adaptar hábitos de vida y, en algunos casos, acceder a ensayos clínicos. Si tienes antecedentes familiares o simplemente quieres saber más sobre tu salud, habla con tu médico y considera si el test se ajusta a tus necesidades.