Cómo funcionan los medicamentos y cuándo son seguros de usar

Cómo funcionan los medicamentos y cuándo son seguros de usar
Gaspar Medrano 20 nov 2025 0 Comentarios

Los medicamentos no son magia. No aparecen en tu cuerpo y hacen milagros. Son compuestos químicos que interactúan con tu cuerpo de forma muy específica, como llaves que encajan en cerraduras. Entender cómo funcionan es la clave para usarlos de forma segura. Si no sabes qué hace un medicamento, no puedes predecir cuándo algo sale mal. Y eso es lo que muchas personas no entienden hasta que ya es demasiado tarde.

Lo que realmente hacen los medicamentos: la clave del mecanismo de acción

Cada medicamento tiene un mecanismo de acción (MOA, por sus siglas en inglés). Esto no es jerga médica. Es la explicación sencilla de cómo una píldora, inyección o crema logra su efecto. Por ejemplo, la aspirina no solo "alivia el dolor". Bloquea una enzima llamada COX-1, que produce sustancias que causan inflamación y dolor. Al detenerla, reduces el dolor. Es como apagar un interruptor.

Algunos medicamentos activan receptores. Los antidepresivos como la fluoxetina (Prozac) actúan como tapones en los transportadores de serotonina. Normalmente, después de que una neurona envía una señal de felicidad, esa serotonina se recoge y se reutiliza. La fluoxetina impide que se recoja, así que queda más disponible en el espacio entre las neuronas. Eso ayuda a mejorar el estado de ánimo. Otros medicamentos, como los bloqueadores beta, no activan nada. Simplemente se colocan en el receptor y lo bloquean, como una cerradura que no deja entrar a nadie. El cuerpo no puede enviar señales de estrés, y eso reduce la presión arterial.

La mayoría de los medicamentos no funcionan donde los tomas. Una pastilla para el estómago puede actuar allí mismo. Pero una pastilla para la presión arterial debe atravesar el intestino, entrar en la sangre, cruzar el corazón y llegar a los vasos sanguíneos. Y no todos los medicamentos logran ese viaje. Algunos se descomponen antes de llegar. Otros se pegan a las proteínas de la sangre y quedan inactivos. Solo el 2-5% de muchos fármacos está realmente libre para hacer su trabajo. Eso explica por qué algunas personas necesitan dosis más altas y otras, más bajas.

¿Cuándo un medicamento es seguro? No es solo sobre la dosis

La seguridad no se mide solo en miligramos. Se mide en contexto. Un medicamento puede ser perfectamente seguro en una persona y peligroso en otra. Por ejemplo, el litio, usado para el trastorno bipolar, funciona bien cuando los niveles en sangre están entre 0.6 y 1.2 mmol/L. Por encima de eso, empiezas a tener temblores, confusión, náuseas. Por debajo, no sirve. Y no hay forma de saber cuánto necesitas sin hacer un análisis de sangre. Eso no es algo que puedas adivinar.

La interacción con otros medicamentos también es crítica. La warfarina, un anticoagulante, se une al 99% de las proteínas de la sangre. Si tomas un antibiótico como un sulfonamida, ese medicamento puede desplazar a la warfarina, liberando más de ella en tu sangre. De repente, tu sangre deja de coagular. Puedes sangrar internamente sin darte cuenta. Eso no es un error de dosis. Es un error de desconocimiento del mecanismo.

Y luego están los alimentos. La warfarina también reacciona con la vitamina K, que está en las verduras de hoja verde. Si dejas de comer espinacas durante semanas y luego te comes un plato enorme, tu sangre se vuelve más espesa. Si haces lo contrario, te vuelves más propenso a sangrar. No es un capricho. Es química pura. La gente que entiende esto evita emergencias. La que no, termina en urgencias.

Dos moléculas idénticas: una segura y otra causando malformaciones, en estilo Memphis con colores pastel.

El peligro de los medicamentos con mecanismos desconocidos

No todos los medicamentos tienen un mecanismo bien entendido. El Dimebon, un antihistamínico ruso, parecía prometedor para el Alzheimer. Se usó en ensayos clínicos durante años. Pero nadie sabía exactamente cómo funcionaba. Al final, los estudios fallaron. No porque fuera tóxico, sino porque no se podía predecir qué efectos tendría en el cerebro. Sin un mecanismo claro, no puedes ajustar la dosis, no puedes identificar quién se beneficiará, y no puedes prever efectos secundarios.

El caso más trágico fue la talidomida. En los años 60, se usaba para las náuseas del embarazo. Una forma de la molécula aliviaba las náuseas. La otra, en cambio, causaba malformaciones en los bebés. Aunque eran isómeros (moléculas casi idénticas), una era segura, la otra, devastadora. Hoy, los medicamentos se prueban para separar esos isómeros. Pero muchos fármacos antiguos aún se usan sin entender completamente cómo actúan. Y eso es un riesgo.

La seguridad empieza con la información

Una encuesta de la American Cancer Society mostró que el 78% de los pacientes que entendían cómo funcionaba su medicamento (como el trastuzumab, que ataca una proteína específica en el cáncer de mama) se sentían más seguros. Sabían qué síntomas observar: fatiga, hinchazón en las piernas, dificultad para respirar. Eran signos de daño cardíaco, un efecto secundario conocido del medicamento. El 63% los identificó a tiempo. En el grupo que no entendía el mecanismo, solo el 29% lo hizo.

En plataformas como PatientsLikeMe, el 68% de las discusiones sobre medicamentos giran en torno a los efectos secundarios. Pero el 42% dijo que si hubieran entendido cómo funcionaba el fármaco, habrían reconocido los síntomas peligrosos antes. Los pacientes que saben que los estatinas bloquean una enzima para bajar el colesterol también saben que el dolor muscular no es solo "un malestar normal". Es una señal de que pueden estar desarrollando una condición grave llamada rabdomiólisis. Estos pacientes reportan síntomas 3.2 veces más rápido que los que no saben.

Los farmacéuticos lo saben. En una encuesta de la Asociación Americana de Farmacéuticos, el 78% dijo que usar analogías visuales -como comparar un SSRI con un "tapón en un tubo de reciclaje de serotonina"- mejora la comprensión del paciente en un 42%. No es un lujo. Es una herramienta de seguridad.

Pacientes preguntando a un farmacéutico mientras flotan íconos de alimentos y ADN, en estilo Memphis vibrante.

El futuro: medicamentos personalizados y predicción de riesgos

El programa All of Us de los NIH está recopilando datos genéticos de un millón de personas. Ya han encontrado que el 28% de las reacciones adversas a medicamentos están ligadas a variaciones genéticas que afectan cómo el cuerpo procesa o responde a un fármaco. Alguien puede metabolizar un medicamento muy rápido y necesitar una dosis más alta. Otro lo metaboliza lento y se intoxica con una dosis normal. No es culpa de nadie. Es biología.

En los próximos años, se desarrollarán "gemelos digitales". Modelos computacionales que simulan cómo tu cuerpo reaccionará a un medicamento antes de que lo tomes. Basados en tu genética, tu peso, tus enfermedades, tus otros medicamentos. Eso reducirá los efectos secundarios entre un 40% y un 60%. Pero eso no reemplaza la necesidad de entender lo básico.

El 30% de los medicamentos que se usan hoy aún no tienen un mecanismo de acción completamente descrito. Eso significa que millones de personas toman cosas sin saber realmente qué están haciendo en su cuerpo. Y eso es lo que causa 1.3 millones de visitas anuales a salas de emergencia en Estados Unidos por reacciones adversas. Con un costo de 3.500 millones de dólares al año.

Lo que debes hacer hoy

No necesitas ser un científico para usar medicamentos de forma segura. Pero sí necesitas hacer tres cosas:

  1. Pregunta: ¿Cómo funciona este medicamento? No aceptes respuestas como "te ayuda a sentirte mejor". Pide una explicación simple. "¿Bloquea algo? ¿Activa algo? ¿Evita que se recicle una sustancia?"
  2. Pregunta: ¿Qué debo evitar? ¿Alimentos? ¿Otros medicamentos? ¿Suplementos? ¿Alcohol? Si no te lo dicen, pregúntalo. La vitamina K, el queso añejo, el jugo de toronja -todos pueden cambiar lo que hace un medicamento.
  3. Pregunta: ¿Qué síntoma es una señal de peligro? No todos los efectos secundarios son malos. Pero algunos sí lo son. Si tu médico no te dice cuáles, pídelo. El dolor muscular, la orina oscura, la confusión, el sangrado inusual -esos no son "efectos normales". Son señales de alerta.

Los medicamentos no son peligrosos por sí mismos. Son peligrosos cuando se usan sin entenderlos. La ciencia ha avanzado tanto que hoy podemos predecir casi con exactitud cómo reaccionará tu cuerpo. Pero si tú no sabes cómo funciona, esa ciencia no te protege. La información es tu mejor protección. No la subestimes.

¿Por qué algunos medicamentos tienen que tomarse con comida y otros en ayunas?

Depende de cómo el cuerpo absorbe el medicamento. Algunos, como los antibióticos tetraciclina, se unen al calcio de los lácteos y no se absorben bien. Otros, como la atorvastatina, se absorben mejor con grasa. La comida puede ralentizar o acelerar la absorción, o incluso reducir irritación estomacal. Siempre sigue las instrucciones del prospecto o del farmacéutico.

¿Es seguro tomar medicamentos recetados de otra persona?

Nunca. Un medicamento que funciona para alguien más puede ser inútil o peligroso para ti. Tu peso, tu genética, tus otras enfermedades y medicamentos son únicos. Lo que es una dosis segura para uno puede ser una sobredosis para otro. Además, puedes tener alergias o interacciones que ni siquiera sabes que existen.

¿Qué significa que un medicamento tenga "índice terapéutico estrecho"?

Significa que la diferencia entre una dosis efectiva y una tóxica es muy pequeña. El litio, la warfarina y la digoxina son ejemplos. Un pequeño cambio en la dosis, o en cómo tu cuerpo lo procesa, puede pasar de curar a causar daño grave. Por eso, quienes los toman necesitan controles regulares de sangre.

¿Puedo dejar de tomar un medicamento si me siento mejor?

No siempre. Algunos medicamentos, como los antibióticos, deben tomarse hasta el final para matar todas las bacterias. Si te detienes antes, las más fuertes sobreviven y se vuelven resistentes. Otros, como los antidepresivos, necesitan semanas para hacer efecto. Dejarlos de golpe puede causar síntomas de abstinencia. Siempre consulta a tu médico antes de dejar un medicamento, aunque te sientas bien.

¿Los medicamentos de venta libre son más seguros que los recetados?

No necesariamente. Muchos medicamentos de venta libre, como el ibuprofeno o el paracetamol, pueden causar daño hepático, renal o hemorragias si se toman en exceso o durante mucho tiempo. El paracetamol, por ejemplo, es seguro a dosis recomendadas, pero una sobredosis de solo 10 gramos puede ser mortal. La seguridad no depende de si se receta o no, sino de cómo se usa.