Imagina que te recetan un medicamento para controlar tu presión arterial. Lo llevas a la farmacia, lo recibes, lo tomas como te dijeron… y luego te sientes mal. No fue un error tuyo. Fue un error de dispensación. En una farmacia minorista, ese error puede pasar desapercibido hasta que el daño ya está hecho. En un hospital, hay más oportunidades para detenerlo… pero también más errores en total. ¿Cuál entorno es más peligroso? La respuesta no es tan simple como parece.
¿Dónde ocurren más errores?
En los hospitales, los errores de medicación son frecuentes. Un estudio de 2006 en JAMA Internal Medicine encontró que casi 1 de cada 5 dosis administradas contenía algún tipo de error. Eso significa que, en un día normal, en una planta de hospital, uno de cada cinco pacientes recibe la medicación equivocada, en la dosis incorrecta, o en el momento equivocado. Estos errores ocurren en todas las etapas: al prescribir, al transcribir, al dispensar y, sobre todo, al administrar. Las enfermeras, que son las últimas en entregar la medicación, son las que más errores detectan… o cometen. En las farmacias minoristas, los números son más bajos. Una revisión sistemática de 2018 encontró que solo el 1.5% de las recetas dispensadas tienen errores. Suena pequeño, ¿verdad? Pero cuando se traduce a la realidad: 3 mil millones de recetas al año en EE.UU. significan alrededor de 45 millones de errores. Eso es más de cuatro errores por día en una farmacia promedio que despacha 250 recetas. La diferencia no está en la frecuencia, sino en quién detecta el error.¿Qué tipo de errores son más comunes?
En las farmacias minoristas, los errores más frecuentes son: dar el medicamento equivocado, la dosis equivocada o las instrucciones equivocadas. El peor tipo de error es el de transcripción: cuando el farmacéutico lee mal la receta o la introduce mal en el sistema. Un caso real documentado por la AHRQ muestra cómo una receta de estradiol que decía "1 pastilla dos veces por semana" se transcribió como "1 pastilla dos veces al día". El paciente tomó la dosis incorrecta durante semanas y terminó en el hospital por sobredosis. En los hospitales, los errores también incluyen esos mismos problemas, pero se suman otros: medicación administrada una hora tarde, una inyección en la pierna equivocada, o un antibiótico que no debería haberse dado porque el paciente es alérgico. La complejidad de los pacientes hospitalizados -con múltiples medicamentos, condiciones críticas y cambios constantes- aumenta el riesgo. Lo peor es que, en un hospital, un error puede afectar a alguien que ya está muy enfermo. Un error que en una farmacia podría causar malestar estomacal, en un hospital puede causar paro cardíaco.¿Por qué ocurren estos errores?
En las farmacias minoristas, el 80% de los errores vienen de errores cognitivos humanos. El farmacéutico está cansado, hay mucho ruido, el sistema de dispensación automática da una alerta falsa, o se confunde una etiqueta con otra. La presión por atender a muchos pacientes en poco tiempo también influye. Aunque hay tecnología, no siempre ayuda: a veces, las alertas se vuelven ruido. Si una máquina te avisa 20 veces al día que algo está mal, terminas ignorándola. En los hospitales, los errores vienen de sistemas rotos. La comunicación entre médicos, enfermeras y farmacéuticos es deficiente. Un médico escribe "0.5 mg" y la enfermera lo lee como "5 mg". O alguien cambia la dosis pero no actualiza el sistema. El personal está sobrecargado. Los pacientes tienen múltiples diagnósticos y medicamentos, lo que aumenta la confusión. Aunque hay más controles, también hay más puntos de fallo.
¿Quién detiene los errores?
Aquí está la clave. En un hospital, hay capas de protección. El farmacéutico revisa la receta. La enfermera verifica el nombre del paciente, el medicamento, la dosis, la vía y la hora. Si algo no cuadra, lo detienen. Si no lo hacen, el paciente puede decir: "Esto no es lo que me dieron ayer". Eso es una última línea de defensa. En una farmacia minorista, no hay capas. El farmacéutico dispensa. El paciente se lleva la caja. Si no lee la etiqueta, si no pregunta, si no sabe qué medicamento debería tomar… el error llega a su cuerpo. No hay enfermera que lo revise. No hay médico que lo siga. El paciente es el único que puede detectar el error… y muchos no tienen los conocimientos para hacerlo.¿Cuál es el impacto real?
En los hospitales, los errores causan al menos 3.5 mil millones de dólares en costos médicos adicionales cada año. Pero muchos se detectan a tiempo. Un paciente recibe la dosis equivocada, pero la enfermera lo nota y lo corrige antes de que se dañe. No todos los errores llegan a causar daño. En las farmacias minoristas, los errores son menos frecuentes… pero más letales cuando llegan al paciente. El NIH encontró que 1 de cada 10.000 recetas tiene un error que puede causar hospitalización. Cuando se trata de medicamentos críticos como la insulina, el warfarina o los anticoagulantes, un error de dosis puede ser mortal. Un estudio mostró que tres casos de errores en farmacias resultaron en hospitalización. No son pocos. Son suficientes para cambiar vidas.¿Qué se está haciendo para prevenirlos?
En los hospitales, los sistemas de barras de código han reducido los errores hasta en un 86%. Cuando la enfermera escanea la pulsera del paciente y el medicamento, el sistema verifica si todo coincide. Si no, no se puede administrar. Algunos hospitales también usan inteligencia artificial para revisar automáticamente las recetas y detectar interacciones peligrosas. Mayo Clinic redujo sus errores en un 52% con un sistema integrado entre el historial clínico y la farmacia. En las farmacias minoristas, las cosas van más lento. Pero hay avances. CVS Health implementó un sistema de verificación con inteligencia artificial en 2022 y redujo los errores de dispensación en un 37%. Algunos estados, como California, ahora exigen que las farmacias reporten todos los errores. Eso permite identificar patrones y corregirlos. Sin embargo, muchas farmacias aún no reportan, por miedo a sanciones o por falta de sistemas.
¿Qué se necesita para cambiar?
Lo que ambos entornos necesitan es una cultura de seguridad, no de culpa. Si un farmacéutico comete un error y lo reporta, ¿lo castigan? Si una enfermera detecta un error y lo dice, ¿la acusan de descuidada? Eso hace que los errores se oculten. Y los errores ocultos no se corrigen. La solución no es más tecnología, sino más comunicación. En las farmacias, los farmacéuticos deben hablar más con los pacientes. No solo decir "aquí tiene su medicina". Deberían preguntar: "¿Sabe para qué es esto? ¿Ha tomado algo así antes?". En los hospitales, los equipos deben tener reuniones diarias de verificación, donde todos hablen de los cambios en los medicamentos de cada paciente.¿Qué puede hacer usted?
Si toma medicamentos, no asuma que todo está bien. Revise la etiqueta. Compare el nombre del medicamento, la dosis y la frecuencia con lo que le dijo su médico. Si no entiende algo, pregunte. Si el medicamento se ve diferente a lo que tomó antes, pregunte. Si tiene dudas, llame a su farmacia o a su médico. Usted es la última línea de defensa. Y en una farmacia, es la única.¿Por qué importa?
Porque los errores de medicación no son accidentes raros. Son un problema de sistema. Y afectan a todos. Una persona mayor que toma un medicamento equivocado puede caerse y fracturarse la cadera. Un niño que recibe una dosis demasiado alta puede sufrir daño cerebral. Un paciente con diabetes puede entrar en coma. Estos no son casos aislados. Son consecuencias predecibles de sistemas que no funcionan bien. La buena noticia es que podemos cambiarlo. Con mejores sistemas, más formación, más comunicación y, sobre todo, con más valentía para decir: "Esto no está bien". No importa si está en un hospital o en una farmacia. La seguridad del paciente no es una opción. Es una obligación.¿Qué es más peligroso: un error en un hospital o en una farmacia?
No se trata de cuál es más peligroso, sino de cómo se manifiestan. En los hospitales, hay más errores (hasta un 20% de las dosis), pero también más controles: enfermeras, farmacéuticos, sistemas de barras y verificaciones. Muchos errores se detienen antes de llegar al paciente. En las farmacias, los errores son menos frecuentes (alrededor del 1.5%), pero no hay verificación posterior. El paciente es el único que puede detectarlos. Por eso, aunque son menos, los errores en farmacias tienen más probabilidades de causar daño real.
¿Por qué los errores en las farmacias son difíciles de detectar?
Porque no hay nadie que revise la medicación después de que se entrega. En un hospital, la enfermera verifica el nombre del paciente, el medicamento, la dosis y la hora antes de administrarlo. En una farmacia, el paciente se lleva la caja y se va. Muchos no leen las etiquetas, no saben qué medicamento deberían tomar, o no se atreven a cuestionar al farmacéutico. Además, los errores suelen ser sutiles: una dosis ligeramente incorrecta, un medicamento similar en nombre, o instrucciones confusas. Sin una segunda verificación, pasan desapercibidos.
¿Qué errores son más comunes en las farmacias minoristas?
Los tres más frecuentes son: dar el medicamento equivocado, dar la dosis equivocada y dar instrucciones incorrectas. El peor tipo es el de transcripción: cuando el farmacéutico lee mal la receta o la introduce mal en el sistema. Por ejemplo, una receta que dice "1 pastilla dos veces por semana" se convierte en "1 pastilla dos veces al día". Eso puede causar una sobredosis grave, especialmente con medicamentos como estradiol, warfarina o insulina.
¿Qué tecnologías están ayudando a reducir estos errores?
En los hospitales, los sistemas de barras de código reducen los errores hasta en un 86%. Al escanear la pulsera del paciente y el medicamento, el sistema verifica si todo coincide. En las farmacias, la inteligencia artificial está ayudando: CVS Health redujo sus errores en un 37% con un sistema de verificación automatizada que revisa las recetas en tiempo real. También se están implementando sistemas de alertas que detectan interacciones peligrosas entre medicamentos o dosis inapropiadas.
¿Qué puedo hacer yo como paciente para evitar errores?
Pregunte. Siempre. Revise la etiqueta del medicamento y compárela con lo que su médico le dijo. ¿Es el mismo nombre? ¿La misma dosis? ¿La misma frecuencia? Si el medicamento se ve diferente, pregunte por qué. Si no entiende cómo tomarlo, pida que se lo expliquen. Lleve una lista de todos sus medicamentos a cada cita. No asuma que todo está bien. Usted es la última línea de defensa, especialmente en una farmacia.
JAvier Amorosi
diciembre 25, 2025 AT 01:51En mi pueblo, una abuela murió por un error de dosis en la farmacia. Nadie lo vio venir. No había nadie más que ella para revisar la etiqueta.
Ya no confío en que nadie más lo haga por mí.