Si tu hijo tiene fiebre, llora sin parar por la noche y se agarra el oído, probablemente estés pensando en una infección de oído. Y tienes razón: la otitis media aguda es la razón más común por la que los niños van al pediatra en Estados Unidos, con más de 5 millones de casos al año. Pero lo que muchos padres no saben es que no siempre se necesita un antibiótico, ni siquiera un tubo en el oído. A veces, lo mejor es esperar y ver.
¿Qué es realmente una infección de oído?
No basta con que tu hijo tenga dolor de oído. Para que sea una infección de oído verdadera -otitis media aguda-, se necesitan tres cosas: síntomas que aparecen de repente, líquido detrás del tímpano y signos de inflamación. El tímpano debe estar hinchado, rojo intenso o incluso reventado si hay secreción. Un oído solo con secreción por resfriado no cuenta. El dolor debe ser intenso, con llanto continuo de más de tres horas, dificultad para dormir o incapacidad para jugar normalmente.
Los niños más pequeños, entre los 6 y los 24 meses, son los más afectados. De hecho, el 83% de los niños tienen al menos una infección de oído antes de cumplir los 3 años. Eso no significa que sea algo raro, pero sí que debes saber cuándo actuar y cuándo esperar.
Antibióticos: ¿siempre necesarios?
La mayoría de los padres asumen que si hay infección, hay que dar antibióticos. Pero la ciencia dice otra cosa. Estudios muestran que entre el 60% y el 80% de las infecciones de oído se curan solas en 24 a 48 horas, sin medicamentos. Por eso, las guías médicas actuales recomiendan no dar antibióticos de inmediato en muchos casos.
La regla es simple: si tu hijo tiene menos de 6 meses, sí se necesitan antibióticos. Si tiene entre 6 y 23 meses y la infección está en un solo oído, y el dolor no es intenso, puedes esperar. Si tiene más de 2 años y el dolor es leve, incluso si es en ambos oídos, también puedes esperar. Pero si hay fiebre alta (más de 39°C), dolor que dura más de 48 horas, o secreción por el oído, entonces sí, se necesita antibiótico.
El antibiótico de primera elección es la amoxicilina, en dosis altas: entre 80 y 90 mg por kilo de peso al día. Para niños menores de 2 años o con síntomas graves, el tratamiento dura 10 días. Para los de 2 a 5 años, 7 días. Y para los mayores de 6 años con síntomas leves, solo 5 días. Si tu hijo es alérgico a la penicilina, hay alternativas como cefdinir o clindamicina, pero siempre bajo supervisión médica.
Espera vigilante: qué significa y cómo hacerlo
La espera vigilante no es ignorar el problema. Es un plan activo. Tu pediatra te da una receta de antibióticos, pero te dice: "No la llenes ahora. Mira a tu hijo durante 48 horas. Si no mejora, o empeora, entonces usa los antibióticos".
Esto funciona. En estudios, solo un 33% de los niños que empezaron con espera vigilante terminaron necesitando antibióticos. El resto se curó solo. Y no hubo más complicaciones. Eso significa que casi dos de cada tres niños evitan tomar antibióticos innecesarios.
¿Cómo saber si empeora? Observa: si el dolor no baja después de 48 horas, si la fiebre sube a más de 39°C, si tu hijo deja de comer, de jugar o se vuelve muy letárgico, o si empieza a tener secreción purulenta del oído, entonces es hora de usar el antibiótico. Muchos pediatras dan la receta con instrucciones claras y un número de contacto para llamar si hay dudas.
Esto reduce la resistencia a los antibióticos. En Estados Unidos, el uso excesivo de antibióticos en infecciones de oído contribuye a más de 2.8 millones de infecciones resistentes cada año. Evitarlos cuando no son necesarios salva vidas a largo plazo.
¿Cuándo se ponen tubos en los oídos?
Los tubos, o tubos de ventilación, son pequeños cilindros que se colocan quirúrgicamente en el tímpano. Su objetivo es permitir que el aire entre al oído medio y que el líquido se drene, evitando infecciones recurrentes.
No se ponen por cualquier infección. Se recomiendan solo si el niño tiene:
- 3 o más infecciones en 6 meses, o
- 4 o más infecciones en 12 meses, con al menos una en los últimos 6 meses.
Además, si el niño tiene líquido persistente en el oído medio por más de 3 meses y se comprueba que tiene pérdida auditiva (más de 40 decibelios), también se considera la colocación de tubos.
Los tubos suelen caer solos entre 6 y 18 meses. Durante ese tiempo, reducen las infecciones en un 50% en los primeros 6 meses. Pero después, el efecto se desvanece. No son una solución permanente. Y no se recomiendan solo porque un niño tiene infecciones frecuentes sin pérdida auditiva o daño estructural.
En Estados Unidos, se colocan cerca de 667,000 tubos al año en niños menores de 15 años. Eso cuesta unos 5 mil millones de dólares. Muchos expertos creen que se sobreprescriben. No todos los niños con infecciones recurrentes necesitan cirugía. A veces, solo necesitan más tiempo, vigilancia y buen manejo del dolor.
El dolor: lo que nadie te dice que tratar primero
Una de las mayores negligencias en el manejo de las infecciones de oído es no tratar el dolor. El 69% de los niños tienen dolor intenso, pero solo el 37% reciben analgésicos adecuados.
El dolor es lo que realmente les hace sufrir. No la fiebre. No el líquido. El dolor. Y se puede controlar muy bien.
Usa paracetamol (10-15 mg por kg cada 4-6 horas) o ibuprofeno (5-10 mg por kg cada 6 horas, solo si el niño tiene más de 6 meses). No esperes a que el antibiótico haga efecto. Dale el analgésico en cuanto notes que tu hijo está incómodo. Muchas veces, con solo el dolor controlado, el niño se calma, duerme y se recupera solo.
No uses descongestionantes ni antihistamínicos. Estudios demuestran que no ayudan. Y pueden causar efectos secundarios en el 15% de los niños: somnolencia, irritabilidad, hasta convulsiones en casos raros.
¿Por qué algunos médicos siguen recetando antibióticos de inmediato?
Si has notado que algunos pediatras te recetan antibióticos de inmediato, aunque tu hijo tenga síntomas leves, no es porque no sepan la guía. Es por presión.
Una encuesta encontró que el 41% de los médicos recetan antibióticos por presión de los padres. Otros 68% lo hacen porque no tienen tiempo para explicar la espera vigilante. Y un 33% no están seguros del diagnóstico. El oído de un niño no siempre se ve bien con el otoscopio, especialmente si llora o se mueve.
Pero las cosas están cambiando. En los centros médicos que usan herramientas digitales para guiar decisiones, la adherencia a las guías sube del 63% al 89%. Los sistemas de historias clínicas electrónicas que alertan automáticamente cuando se prescribe antibiótico innecesariamente reducen las prescripciones inapropiadas en un 29%.
Lo que funciona: dar una receta de "reserva". Decir: "Aquí tienes el antibiótico, pero solo úsalo si no mejora en 48 horas". Eso reduce la ansiedad de los padres y aumenta la confianza en el plan.
Lo que viene: vacunas y nuevas guías
La buena noticia es que las infecciones de oído están disminuyendo. Desde que se introdujo la vacuna neumocócica PCV13 en 2010, las infecciones de oído bajaron un 12% y las recurrentes un 20%. Eso significa que cada vez menos niños necesitan antibióticos o tubos.
La próxima actualización de las guías de la Academia Americana de Pediatría (esperada en 2024) va a hacer más estrictas las reglas para colocar tubos. Ya no bastará con tener infecciones frecuentes. Habrá que demostrar pérdida auditiva documentada. Y se ampliará la espera vigilante a más casos bilaterales en niños mayores de 2 años.
En 1995, el 95% de los niños con infección de oído recibían antibióticos. En 2022, ese número bajó al 61%. El objetivo para 2030 es llegar al 50%. Algunos estados ya están en el 38%, otros aún en el 82%. La diferencia no está en la enfermedad. Está en la práctica.
¿Qué debes hacer hoy?
Si tu hijo tiene síntomas de infección de oído:
- Evalúa el dolor. ¿Es intenso? ¿Dura más de 48 horas? ¿Tiene fiebre alta?
- Si tiene menos de 6 meses: llama al pediatra. Necesita antibiótico.
- Si tiene entre 6 y 23 meses y la infección es en un solo oído y es leve: espera 48 horas. Dale paracetamol o ibuprofeno. Observa.
- Si tiene más de 2 años y es leve, incluso en ambos oídos: espera 48 horas. Usa analgésicos.
- Si empeora: usa el antibiótico que te dieron de reserva.
- Si tiene más de 3 infecciones en 6 meses o líquido persistente con pérdida auditiva: pide una evaluación con otorrinolaringólogo.
No hay una regla única. Pero sí hay una regla clara: no todos los oídos que duelen necesitan antibióticos. Y no todos los oídos que se infectan necesitan tubos. A veces, lo que más ayuda es tiempo, analgésicos y confianza en que el cuerpo puede sanar solo.
¿Cuándo debo llevar a mi hijo al médico de inmediato por una infección de oído?
Lleva a tu hijo de inmediato si tiene menos de 6 meses, si tiene fiebre de 39°C o más, si el dolor dura más de 48 horas sin mejorar, si hay secreción purulenta saliendo del oído, o si parece muy débil, confundido o no quiere comer ni beber. Estos son signos de infección grave que necesitan tratamiento rápido.
¿Puedo dar antibióticos sin receta si mi hijo ya tuvo una infección antes?
No. Los antibióticos son medicamentos que solo deben usarse bajo supervisión médica. Darlos sin receta puede causar efectos secundarios, resistencia bacteriana y ocultar otras condiciones. Cada infección es distinta. Lo que funcionó antes no necesariamente funciona ahora.
¿Los tubos en los oídos afectan la audición a largo plazo?
No, los tubos no dañan la audición. De hecho, ayudan a restaurarla si el líquido en el oído medio estaba causando pérdida auditiva temporal. En raras ocasiones, después de muchos años o muchas cirugías, puede quedar una cicatriz en el tímpano, pero eso no suele afectar la audición significativamente. La mayoría de los niños con tubos tienen una audición normal después de que los tubos se caen.
¿Es cierto que los antibióticos no sirven para las infecciones de oído?
No es cierto que no sirvan. Sirven, pero no siempre son necesarios. En niños con síntomas graves o muy pequeños, son esenciales. En muchos otros casos, el cuerpo se cura solo. El problema no es que los antibióticos no funcionen, sino que se usan donde no se necesitan, lo que hace que las bacterias se vuelvan resistentes.
¿Qué puedo hacer en casa para prevenir infecciones de oído?
Evita el humo del tabaco cerca de tu hijo, ya que aumenta el riesgo hasta en un 50%. Lava bien las manos y fomenta la higiene. Asegúrate de que tu hijo esté al día con las vacunas, especialmente la neumocócica y la influenza. Si tu hijo toma biberón acostado, cambia esa costumbre: la leche puede fluir hacia el oído medio. Y si tiene alergias o resfriados frecuentes, trabaja con tu pediatra para controlarlas.
Blanca Roman-Luevanos
diciembre 2, 2025 AT 22:25Es curioso cómo hemos llegado a pensar que todo dolor requiere una solución química... ¿Y si el cuerpo, en su sabiduría ancestral, ya sabe cómo curarse? Solo necesitamos darle espacio, y no intervenir con cada susurro de fiebre.
La medicina moderna a veces olvida que la paciencia también es un tratamiento.
Y sí, el dolor merece alivio -pero no siempre, medicación.
La humanidad ha sobrevivido siglos sin antibióticos. ¿Por qué ahora no podemos confiar un poco más?
Quizás no se trata de curar, sino de acompañar.
Y eso, no se receta.
Se enseña. Se vive.
Se respeta.
Gonzalo Pérez
diciembre 4, 2025 AT 18:21El artículo es riguroso y bien fundamentado, pero hay un detalle que se omite: la variabilidad en la accesibilidad al diagnóstico. En muchas zonas rurales de España, un pediatra no tiene otoscopio funcional, y mucho menos tiempo para explicar espera vigilante. Por eso, aunque la guía sea perfecta, en la práctica muchos médicos recetan por defecto, no por negligencia, sino por necesidad.
La solución no es culpar al médico, sino invertir en formación primaria y equipamiento básico. Sin eso, las guías son solo papel.
Y sí, los antibióticos no son la panacea -pero a veces son el único recurso disponible.
hernan cortes
diciembre 4, 2025 AT 21:20Jajaja claro, y yo soy el rey de España. ¿Quién les paga a los médicos para que digan que no hay que dar antibióticos? ¿Los laboratorios? ¿La OMS? ¿O acaso el gran hermano farmacéutico quiere que los niños se curen solos para que no se vendan más pastillas?
Te digo una cosa: si tu hijo tiene fiebre y llora, y tú no le das antibiótico, y luego se le pone azul, no vengas a llorar aquí.
La medicina moderna no es un experimento de TikTok. Es ciencia. Y la ciencia dice: cuando hay infección, mata las bacterias.
Si no te gusta, vete a vivir en una cueva con tu hijo y ponle hojas de laurel en la oreja.
Y no me vengas con lo de 'resistencia bacteriana' -eso es propaganda de los que venden suplementos de probióticos.
Lorenzo Raffio
diciembre 5, 2025 AT 07:34Me encanta este post. Ser padre es uno de los momentos más vulnerables de la vida, y nos hacen sentir que si no actuamos rápido, somos malos padres.
La verdad? Muchas veces, lo que necesitamos no es un antibiótico... es alguien que nos diga: 'Está bien, no estás fallando'.
El dolor se alivia con paracetamol. La ansiedad, con confianza.
Y si tu hijo se duerme tranquilo después de un masaje suave y un poco de agua tibia... eso también es curación.
No tienes que ser un experto. Solo tienes que estar ahí.
Y eso, ya es suficiente.
Isidoro Avila
diciembre 6, 2025 AT 01:41Este es un ejemplo perfecto de cómo la evidencia científica debe guiar la práctica clínica, y no la presión social o la costumbre.
La espera vigilante no es pasividad: es una estrategia activa, basada en monitoreo, educación del paciente y criterios claros de escalada.
El hecho de que solo un 33% de los niños terminen necesitando antibióticos tras esta estrategia es una prueba contundente de su eficacia.
Y lo más importante: no aumenta las complicaciones. Al contrario, reduce la resistencia antimicrobiana, que es una crisis de salud pública global.
Si eres padre, pide la receta de reserva. No es un 'no', es un 'espera y observa'.
Y si el pediatra no te la ofrece, pregunta: '¿Está usted siguiendo las guías de la AAP?'